[vc_row][vc_column][vc_column_text]Queridos amigos y personas que apoyan las Constelaciones Familiares, Muchos de ustedes no han tenido la oportunidad de conocerme personalmente. Han aprendido a aplicar las Constelaciones Familiares a partir de muchas otras personas competentes que les han formado. Esas personas les introdujeron en los insigths básicos que han hecho este trabajo posible y obviamente ustedes han ayudado bien a muchas personas a partir de ahí. Mientras tanto, yo me he movido por muchos caminos llevado por insigths adicionales que me han capacitado para ampliar este enfoque y para ayudar a otros de nuevas maneras y con resultados de mayor alcance.
Aquellos que me conocen entienden que yo me muevo constantemente a fin de reunir lo que antes parecía separado. Eso no siempre ha sido fácil. He encontrado mucha oposición desde distintos lados y nisiquiera al principio fui comprendido por muchos. En los inicios, cuando comencé a hacer Constelaciones Familiares tuve que enfrentarme a tal oposición y todavía ahora tengo que enfrentarme a ella. Pero yo sigo mis insigths y sus aplicaciones con plena confianza, adonde quiera que ellos me lleven y cualquiera que sea el desafío.
Para ayudaros a obtener una imagen clara, explicaré brevemente la diferencia entre la nueva y la antigua manera de hacer Constelaciones Familiares. Los insigths importantes que hicieron de las Constelaciones un
éxito trataban sobre las implicaciones y sus soluciones. Esos insigths tenían que ver con la conciencia tal cual la experimentamos a través de nuestros sentimientos de culpa e inocencia. Además, estos sentimientos estaban relacionados con los insigths sobre los efectos de una conciencia colectiva que permanece en gran parte inconsciente. Que ese enfoque se haya difundido tanto a través del mundo prueba que en gran medida se mueve de acuerdo con fuerzas mayores que promueven el amor y la paz dentro de las familias, diferentes grupos y diferentes naciones. Eso tiene que ser reconocido y es reconocido por mí también.
¿Cuál es ahora la diferencia entre el viejo y el nuevo modo y cómo puede el enfoque anterior moverse para fundirse con el nuevo enfoque?
Cuando yo formulo esta pregunta ustedes inmediatamente perciben que yo busco integración y, en cuanto a mí concierne, todos son bienvenidos a unirse a ese movimiento.
La diferencia es que en el antiguo modo de hacer Constelaciones Familiares, nosotros nos movíamos principalmente dentro del reino del bien y del mal, de lo cierto y de lo errado. En el nuevo modo de hacer este trabajo, dejamos esas distinciones atrás con consecuencias de amplio alcance para nosotros personalmente y para aquellos a quien pretendemos ayudar.
Hay, entretanto, una dificultad. Muchos de los que han escuchado hablar sobre este nuevo enfoque no han tenido la oportunidad de ser testigos de él ni de formarse en este nuevo campo. De ahí han surgido muchos malos entendidos y muchos miedos. Ustedes podrán dejarlos atrás en la medida en que participen personalmente de ese movimiento. Como he dicho, todos son bienvenidos a ser testigos de él, a experimentarlo y a decidir entonces cómo y hacia dónde moverse después. Para distinguir el nuevo enfoque del anterior yo lo denomino Hellinger Sciencia.
He observado que mis insights sobre las leyes que gobiernan las relaciones humanas son aplicables a todas las relaciones, no solamente en el campo de la psicoterapia, sino igualmente en medicina, educación, negocios, asuntos legales. A través de la denominación Hellinger Sciencia abro este trabajo a todos los campos.
Los intentos de garantizar un alto nivel para las Constelaciones Familiares han fracasado, en cierto grado, a la hora de ampliar las aplicaciones de este trabajo porque sus patrones originales fueron modelados principalmente por la psicoterapia. De este modo, en el futuro la cuestión de la formación y de la estructura necesita un enfoque diferente.
Ahora, ¿cuál es la principal diferencia de este nuevo enfoque?
Éste simplemente toma en serio lo que podemos observar siempre en todo tipo de Constelaciones Familiares: los representantes son movidos por una fuerza externa. Súbitamente, se experimentan a sí mismos al servicio de algo universal.
¿De qué forma esos movimientos demuestran que son universales?
Ellos unen de nuevo lo que antes parecía estar separado. Estos movimientos nos toman más allá de las diferencias impuestas por nuestra conciencia, especialmente más allá de las diferencias del bien y del mal. Aquí hay otro amor, un amor universal. Estos movimientos yo los llamo movimientos del Espíritu-Mente. Ese amor yo lo llamo amor del espíritu. Estos movimientos alcanzan su pleno potencial solamente si los seguimos hasta el fin, sin interferir con nuestras nociones de lo que son el bien y el mal, especialmente sin interferir con nuestra noción de lo que es bueno o malo para el cliente. Aquí, también, nosotros permanecemos en sintonía con el movimiento de una fuerza espiritual. Muchos de aquellos que ofrecen Constelaciones Familiares dicen que ven lo mismo. La cuestión es si ellos hacen lo mismo con todas las consecuencias que para ellos tiene
personalmente.
Cuando esos nuevos insights son aplicados a las Constelaciones Familiares, éstas cambian de una manera dramática y también los resultados de tales Constelaciones.
Obviamente como este enfoque es nuevo, y nos lleva más allá de las Constelaciones Familiares como las hemos conocido hasta ahora, hay una gran demanda para que yo demuestre esos movimientos e inicie y
forme a aquellos que quieren moverse conmigo en esta nueva dirección. ¡Todos son bienvenidos!
Esa es la razón por la cual yo ofrezco eventos de formación por todo el mundo, muchos de ellos en compañía de mi esposa Sophie.
Este nuevo modo nos conduce a otra dimensión de insights. No puede ser aplicado simplemente como un método porque los resultados no dependen solamente del facilitador. Aquí actúan fuerzas que van mucho allá de lo que antes pensábamos que era posible o factible.
Si ustedes están interesados y emocionados son bienvenidos a unirse a nosotros. Su formación previa será un importante prerrequisito para participar en esos eventos de aprendizaje intensivo. De esta forma yo reconozco y aprecio el buen trabajo hecho por otros.
Si ustedes desean entender detalladamente cómo este nuevo enfoque llega más allá del primero, les sugiero que lean mi artículo titulado “La diferenciación de las conciencias”. Pueden ustedes hacer uso de ese artículo de la manera que deseen. Tomen esto como una señal de que yo les apoyo y estoy a su lado.[/vc_column_text][vc_custom_heading text=”La diferenciación de las Conciencias” font_container=”tag:h6|text_align:left” use_theme_fonts=”yes”][vc_column_text]Hay 3 tipos de conciencias cada una de las cuales constituye un campo espiritual.
La primera de ellas es la conciencia personal; es estrecha y tiene un alcance limitado. A través de su
diferenciación entre el bien y el mal reconoce la pertenencia de algunos únicamente, excluyendo a los
otros.
La segunda conciencia es la conciencia colectiva; es más amplia y también defiende los intereses de los
que fueron excluidos por la conciencia personal. Por eso está frecuentemente en conflicto con la
conciencia personal. Entretanto, esa conciencia también tiene un límite porque abarca solamente a los
miembros de los grupos que dependen de ella.
La tercera conciencia es la conciencia espiritual y supera los límites que las otras conciencias establecen a
través de la diferenciación entre bien y mal, y entre pertenencia y exclusión.[/vc_column_text][vc_custom_heading text=”Conciencia Personal” font_container=”tag:h6|text_align:left” use_theme_fonts=”yes”][vc_column_text]El vinculo
Tenemos la vivencia de esta conciencia estrecha como buena y mala conciencia. Nos sentimos bien cuando
tenemos buena conciencia y mal cuando tenemos mala conciencia.
¿Qué es lo que acontece cuando tenemos buena conciencia y qué cuando tenemos una mala conciencia?
¿Qué precede a la buena y a la mala conciencia para que sintamos buena o mala conciencia?
Si observamos exactamente lo que ocurre cuando tenemos buena o mala conciencia podemos percibir que
tenemos mala conciencia cuando pensamos, sentimos y hacemos algo que no está en sintonía con las
expectativas y las exigencias de las personas y grupos a los cuales queremos pertenecer y a los que
frecuentemente también necesitamos pertenecer. Eso significa que nuestra conciencia vela para que nos
mantengamos conectados con esas personas y grupos. La conciencia percibe de inmediato si nuestros
pensamientos, deseos y acciones ponen en peligro nuestro vínculo y nuestra pertenencia a esas personas y
grupos. Cuando nuestra conciencia percibe que nos alejamos de esas personas y grupos a través de
nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, ésta reacciona con un sentimiento de miedo a perder
nuestro vínculo con estas personas y grupos. Sentimos ese miedo como mala conciencia.
Inversamente, cuando pensamos, deseamos y actuamos de manera que nos movemos en sintonía con las
expectativas y exigencias de esas personas y grupos, sentimos que pertenecemos y tenemos la certeza de
que podemos pertenecer. El sentimiento de habernos asegurado nuestra pertenencia lo sentimos como
bueno y benéfico. No necesitamos estar preocupados por que se interrumpa de pronto el contacto con
esas personas y grupos y por experimentarnos solos y sin protección. Sentimos como buena conciencia el
sentimiento seguro de poder pertenecer.
La conciencia personal nos une, por lo tanto, a personas y grupos que son importantes para nuestro
bienestar y nuestra vida. Entretanto, dado que esa conciencia nos une solamente a determinadas personas
y grupos y simultáneamente excluye a otros, es una conciencia estrecha.
Esta conciencia fue de suma importancia para nosotros cuando éramos niños. Los niños hacen cualquier
cosa para pertenecer pues sin esa unión y sin ese derecho a pertenecer estarían perdidos. La conciencia
personal asegura nuestra supervivencia junto a las personas y grupos que son importantes para nosotros.
De ahí que su función sea, como no podría ser menos, muy apreciada. Vemos también la importancia que
la conciencia personal ocupa en nuestra sociedad y en nuestra cultura.
En el contexto de lo que es bueno o malo, podemos observar que las diferenciaciones que hacemos son
diferenciaciones de esa conciencia. Estas diferenciaciones establecen en qué medida algo asegura nuestra
pertenencia y en qué medida la pone en peligro.
Aquello que asegura nuestra pertenencia lo vivimos como bueno. Lo vivimos como bueno a través de la
buena conciencia sin que necesitemos reflexionar mucho acerca de si es realmente bueno cuando se
observa más atentamente a cierta distancia, o si puede incluso ser malo para otra persona. Aquí lo que
denominamos bueno es solamente sentido – sentido como algo bueno.
Por lo tanto sentimos y defendemos lo bueno de modo irreflexivo, como algo bueno aunque al observador
que está fuera de ese campo espiritual le parezca que es algo extraño, que pone en peligro la vida de
muchos en lugar de colocarse a su servicio.
Evidentemente, lo mismo es válido para lo malo. Además, sentimos lo malo con más fuerza que lo bueno,
porque lo malo está unido con el miedo a perder nuestra pertenencia y al mismo tiempo nuestro derecho
a vivir.
La diferenciación entre lo bueno y lo malo sirve, por lo tanto, a la supervivencia dentro del propio grupo.
Sirve a la supervivencia del individuo en su grupo.[/vc_column_text][vc_custom_heading text=”Conciencia Colectiva” font_container=”tag:h6|text_align:left” use_theme_fonts=”yes”][vc_column_text]Por detrás de la conciencia que sentimos, aun actúa otra conciencia. Es una conciencia poderosa mucho
más fuerte en su efecto que la conciencia personal. Sin embargo, en nuestros sentimientos es
relativamente inconsciente. ¿Por qué? Porque en nuestros sentimientos la conciencia personal tiene
precedencia con relación a esta segunda conciencia.
La conciencia colectiva es una conciencia grupal. Mientras que la conciencia personal es sentida por cada
individuo y está al servicio de su pertenencia y de su supervivencia personal, la conciencia colectiva tiene
en su campo de visión la familia y el grupo como un todo. Está al servicio de la supervivencia del grupo
entero, aunque para eso algunos necesiten ser sacrificados. Está al servicio de la totalidad de ese grupo y
de los órdenes que aseguran su supervivencia de la mejor forma posible…
Cuando el interés de cada individuo se contrapone al interés del grupo la conciencia personal también se
contrapone a la conciencia colectiva.
La totalidad
¿Al servicio de qué órdenes está la conciencia colectiva y cómo los impone?
El primer orden al cual sirve esta conciencia es: todo miembro de una familia tiene el mismo derecho a
pertenecer. Si un miembro es excluido no importan los motivos; más adelante otro miembro de la familia
necesitará representar a la persona excluida.
La conciencia colectiva aparece, cuando se la compara con la conciencia personal, como amoral e inmoral;
eso significa que para ella no hay diferencia entre bueno y malo, y tampoco entre culpable e inocente. Por
otro lado, protege a todos de la misma manera. Quiere proteger su derecho a pertenecer, o restablecerlo si
fue negado.
¿Qué acontece cuando ese derecho es negado a un miembro de la familia?
De cierta manera él es reconducido al grupo por esa conciencia en la medida en que otro miembro dentro de la familia necesita representarlo sin ser consciente de ello.
¿Cómo sucede esto?
Otro miembro de la familia asume el destino de la persona excluida representándola.
Piensa como lo haría esa persona excluida, tiene sentimientos similares, vive de manera semejante,
enferma de un modo parecido, incluso muere de modo parecido. Ese miembro familiar está de esa manera
al servicio de la persona excluida y representa sus derechos. Es poseída, por así decirlo, por la persona
excluida sin, por otra parte, perderse a sí mismo. En cuanto la persona excluida recupera su lugar ese
miembro de la familia se libera de ella.
No es que la persona excluida quiera ser representada de esa manera, aunque esto también se da algunas
veces, si ella desea algo malo para alguien de la familia. En primera instancia es la conciencia quien actúa y
desea la representación y la implicación. Quiere devolver la integridad al grupo.
Aquí existe el peligro de que imaginemos esta conciencia como si fuera una persona, como si tuviera
metas personales y las persiguiera después de una reflexión profunda. Esta conciencia actúa como un
instinto. Un instinto grupal que quiere solamente una cosa: salvar y restablecer la totalidad. Por eso es
ciego en la elección de sus medios.
La pertenencia más allá de la muerte
Podemos reconocer a las personas que son influenciadas e impulsadas por esa conciencia cuando son
atraídas para representar a miembros familiares excluidos. En ese sentido, necesitamos considerar que
nadie pierde su derecho a pertenecer ni siquiera con su muerte. Esto significa que los miembros de la
familia ya muertos son considerados por esa conciencia de la misma manera que los vivos. Nadie es
separado de su familia a través de la muerte. La familia acoge igualmente a sus miembros vivos y muertos.
Esa conciencia también puede traer de vuelta a la familia a los miembros muertos si fueron excluidos, sí,
principalmente a ellos. Por lo tanto, eso significa que alguien, en efecto, pierde su vida a través de la
muerte pero nunca su pertenencia.
¿Quién pertenece?
Ahora es hora de enumerar a las personas que pertenecen a la familia abarcada y
conducida por una conciencia colectiva común. Voy a empezar con los que están más próximos: los
miembros familiares que están sujetos a esa conciencia pertenecen.
Los hijos: es decir, nosotros, nuestros hermanos y hermanas. A nuestros hermanos pertenecen también
los que nacieron muertos, los hermanos que fueron abortados y frecuentemente los abortos espontáneos;
en este último caso, a menudo existe la idea de que podemos excluirlos. También forman parte los
hermanos de los que se desconoce la existencia y los que fueron entregados a otras personas. Para la
conciencia todos ellos forman parte completamente, ella se ocupa de recordados y de traerlos de vuelta a
la familia. Son traídos de vuelta a la familia de manera ciega, sin tener en consideración las justificaciones y
los deseos.
Del nivel superior al de los hijos forman parte los padres y sus hermanos biológicos. Aquí también nos
referimos a todos sus hermanos y hermanas, tal como se ha enumerado en el caso de los hijos. También
las parejas anteriores de los padres forman parte. Si son rechazadas o excluidas, aunque estén muertas,
serán representadas por uno de los hijos hasta que sean recordadas y reconducidas a la familia con amor.
Sólo el amor libera. Ahora me gustaría interrumpir la enumeración y hablar de cómo los excluidos pueden
ser traídos de vuelta. Sólo el amor es capaz de ello.
¿Qué amor?
El amor pleno. Éste es sentido como dedicación al otro tal como es. También es sentido como
duelo por la pérdida. Es sentido especialmente como dolor por aquel mal que, por ventura, hicimos al otro.
Lo sentimos también si ese amor alcanza al otro, si sirve para la reconciliación, si deja al otro en paz y si
éste asume su lugar. Entonces esa conciencia está al servicio del amor, al servicio del mismo amor para
todos los que forman parte de esa familia.
¿Quién más pertenece a la familia?
Ahora voy a seguir con la enumeración de aquellos que pertenecen a la familia porque ellos también son abarcados y protegidos por esa conciencia.
Del siguiente nivel, superior al anterior, forman parte los abuelos pero sin sus hermanos, a no ser que
éstos tuvieran un destino especial. Las anteriores parejas de los abuelos también forman parte.
También puede formar parte alguno de los bisabuelos, pero esto es más raro.
Además, forman parte de nuestra familia aquellos a través de cuya muerte o de cuyo destino la familia
obtuvo ventajas. Por ejemplo, en el caso de una herencia considerable. También forman parte aquellos al
precio de cuya salud y vida la familia se enriqueció.
En este contexto, forman asimismo parte de nuestra familia aquellos que fueron víctimas de actos
violentos a través de miembros de nuestra familia, especialmente aquellos que fueron asesinados. La
familia necesita mirar también hacia ellos con amor y dolor.
Por último, algo que para algunos puede ser un desafío. Si miembros de la familia fueron víctimas de
crímenes, principalmente si perdieron la vida, los asesinos también forman parte de nuestra familia. Si son
excluidos o rechazados serán también representados por miembros de la familia por presión de la
conciencia colectiva.
Quizás pueda aquí llamar la atención el hecho de que tantos asesinos se sientan atraídos por sus víctimas,
al igual que también las víctimas por sus asesinos. La conciencia colectiva no hace diferenciaciones aquí
tampoco.
El equilibrio
Antes de continuar quiero decir algo sobre el equilibrio en esas dos conciencias. La necesidad de equilibrio
entre el dar y el tomar y entre la ganancia y la pérdida es también un movimiento de la conciencia.
La conciencia personal que sentimos como buena y mala conciencia se asemeja a los sentimientos de
culpa e inocencia y vela sobre el equilibrio entre tales sentimientos, por lo tanto entre los sentimientos de
culpa e inocencia y entre los sentimientos de buena y mala conciencia. Aquí debo señalar que podemos
alcanzar el equilibrio también de otra manera. En lugar de devolver algo equivalente, como a veces no
podemos hacerlo, por ejemplo con nuestros padres, podemos también transmitir hacia adelante algo
equivalente, por ejemplo a nuestros hijos.
La expiación
Nosotros equiparamos también el dar y el tomar a través del sufrimiento. Éste también es un movimiento
de la conciencia. Si causamos un sufrimiento a alguien queremos también sufrir nosotros mismos para
equilibrar, y así después del sufrimiento tenemos nuevamente una buena conciencia.
Esta forma de equilibrio la conocemos como expiación. Sin embargo, debemos observar aquí que es una
auto-necesidad porque a través de ella no podemos dar realmente nada al otro. Ahora bien, a través de
esa expiación el otro frecuentemente no se siente tan solo en el sufrimiento. Esta manera de equilibrar
tiene poco o nada que ver con el amor. Es antes que nada algo instintivo y ciego.
La venganza
Tenemos necesidad de equilibrio cuando alguien nos ha hecho algo malo, entonces queremos también
hacerle algo malo a él o a ella. Aquí la necesidad de equilibrio se transforma en una necesidad de
venganza. No obstante, la venganza se equilibra sólo en un primer momento porque después despierta en
todos los implicados nuevas necesidades de venganza, perjudicándolos al final.
La cura
También en la conciencia colectiva existe el movimiento de equilibrio, sin embargo permanece
ampliamente oculto a nuestra conciencia. Quien necesita representar al excluido no sabe que está
contribuyendo al equilibrio.
El equilibrio aquí es el movimiento de un todo superior que equipara de un modo impersonal, porque
aquellos que son atraídos para equilibrar son inocentes, en el sentido de la conciencia personal.
Podemos comparar esa forma de equilibrio a un proceso de cura. Aquí también algo que fue herido es
restaurado bajo la influencia de poderes superiores. La conciencia colectiva quiere reintroducir algo que se
perdió y de esa forma traer nuevamente el orden y curar.
La jerarquía
Vuelvo a hablar de los órdenes de la conciencia colectiva y diré algo sobre el segundo orden que está al
servicio de la conciencia y que intenta restaurarla cuando es herida.
Ese orden expresa que cada individuo del grupo debe y necesita asumir el lugar que le pertenece de
acuerdo con su edad. Eso significa que aquellos que vinieron antes tienen precedencia con relación a los
que vinieron más tarde. Por ello lo padres tienen precedencia sobre los hijos y el primer hijo tiene
precedencia sobre el segundo. Por lo tanto, cada uno tiene su propio lugar, que le pertenece solamente a
él. Con el transcurso del tiempo, uno se traslada de abajo a arriba dentro de la jerarquía hasta crear su
propia familia y dentro de ella inmediatamente asume con su pareja el primer lugar.
Aquí se impone además otra jerarquía, una jerarquía entre las familias, por ejemplo, entre la familia de
origen y la nueva familia. Ahora la nueva familia tiene primacía sobre la antigua.
Este orden también es válido si uno de los padres durante el matrimonio tiene una relación con otra
persona de la cual nace un niño. Con ello se crea una nueva familia, que tiene prioridad en relación a la
primera.
La familia posterior no anula el vínculo con la anterior, así como una nueva familia no anula el vínculo con
la de origen. Sin embargo, tiene prioridad en relación a ella.
La violación de la jerarquía y sus consecuencias: la jerarquía es violada cuando alguien que llegó después quiere asumir una posición superior a la que le corresponde dentro del orden jerárquico. Esa violación del orden jerárquico es en realidad, como se sabe, el orgullo que precede a la caída.
Las violaciones más frecuentes de la jerarquía las observamos en los niños. En primer lugar cuando ellos se
elevan por encima de los padres; por ejemplo, cuando se sienten mejores que sus padres y se comportan
como si lo fueran, se trata de una violación de la jerarquía sin amor.
Esta jerarquía es violada sobre todo cuando el niño quiere asumir algo que corresponde a sus padres, por
ejemplo, cuando enferma en lugar de ellos y quiere morirse. Entonces la jerarquía es violada con amor. Sin
embargo, ese amor no protege al niño de las consecuencias que tiene su transgresión del orden.
Lo trágico de ello es que el niño transgrede el orden con buena conciencia. Es decir, bajo la influencia de
la conciencia personal el niño se siente especialmente inocente y bueno al realizar esa transgresión. Esto
significa también que a través de ella se siente perteneciente de una manera especial.
Por lo tanto, aquí esas dos conciencias se oponen. La jerarquía que impone y protege la conciencia
colectiva es violada en sintonía con la conciencia personal. Aquí la conciencia personal impulsa a alguien a
transgredir ese orden y sufrir las consecuencias de esa transgresión.
¿Cuáles son las consecuencias de esa transgresión?
La primera consecuencia es el fracaso. La persona que se coloca por encima de sus padres, sea con amor o
sin amor, fracasa. Esto es válido no solamente dentro de la familia sino también en otros grupos, por
ejemplo en organizaciones. Muchas organizaciones fracasan a causa de conflictos internos en los que una
persona que se ha incorporado últimamente o un departamento creado posteriormente se colocan por
encima dentro de la jerarquía de otra persona o de otro departamento que tienen precedencia.
En verdad, el fracaso como consecuencia de una violación de la jerarquía es la muerte. El héroe trágico
quiere asumir algo por aquellos que le precedieron. Pero él no sólo fracasa: él muere.
Vemos algo semejante en los niños que cargan con algo, queriendo asumir aquello que corresponde a los
padres. Estos niños se dicen internamente: “mejor yo que tú”. ¿Qué es lo que está realmente contenido en
esa frase? Esa frase significa “yo me muero en tu lugar”.
La jerarquía es el orden de la paz. Está al servicio de la paz en la familia y en el grupo. Está, al final, al
servicio del amor y de la vida.
El alcance
¿Hasta dónde alcanza la conciencia colectiva? ¿Solamente pertenecen los muertos a quienes conocemos?
¿O esa conciencia quiere traer de vuelta también a los excluidos de muchas generaciones atrás? ¿Quizás
hasta a nosotros mismos cómo éramos en una vida anterior? ¿Quizás esté al servicio de un movimiento
cósmico para el cual nada que haya existido puede quedar perdido? ¿Violamos nosotros esa jerarquía a
través de nuestra creencia en el progreso, como si fuéramos mejores que nuestros antepasados, Como si
fuéramos superiores a ellos?
¿Qué es lo que acontece con nosotros si no nos posicionamos internamente en el lugar adecuado para
nosotros, humildemente, en último lugar?
¿Si incluimos en nuestro presente a todos aquellos que fueron excluidos sin importar cuáles fueron los
motivos y a aquellos que necesitaron morir antes de haber cumplido su tiempo completo junto a aquellos
otros a quienes aún les queda tiempo, entonces no estaremos nosotros también completos?[/vc_column_text][vc_custom_heading text=”Conciencia Espiritual” font_container=”tag:h6|text_align:left” use_theme_fonts=”yes”][vc_column_text]¿A qué responde la conciencia espiritual?
Responde a un movimiento del espíritu, el espíritu que lo mueve todo, que se mueve y que mueve todo de una manera creativa. Todo está sometido a este movimiento sin importar si ése es o no nuestro deseo, sin importar si nos sometemos o nos resistimos a él. La pregunta es si nosotros nos percibimos en sintonía con este movimiento, si nos sometemos a él de buena gana y si permanecemos sabiamente en sintonía con él. Es decir, si hemos llegado al punto en el que sólo nos movemos, pensamos, sentimos y actuamos dándonos cuenta de que estamos siendo conducidos, llevados y movidos por él.
¿Qué sucede con nosotros cuando sabemos que estamos en sintonía con ese movimiento? ¿Qué sucede
con nosotros cuando quizás nuestro deseo es el de alejarnos de ese movimiento porque su reivindicación
nos parece demasiado grande y nos provoca miedo?
Podemos comparar lo que experimentamos en relación a la conciencia espiritual con aquello que
experimentamos con nuestra conciencia personal. Si experimentamos estar en sintonía con los
movimientos del espíritu nos sentimos bien, sobre todo nos sentimos calmados y sin preocupaciones.
Sabemos cuál será nuestro próximo paso y tenemos la fuerza para darlo. Eso sería, por así decirlo, tener
buena conciencia espiritual.
En relación a la conciencia personal sabemos inmediatamente si estamos en sintonía o no. Sin embargo
ese conocimiento es aquí espiritual. La buena conciencia es aquí la entrega sabia a un movimiento
espiritual.
¿Qué es ese movimiento espiritual?
Es un movimiento de dedicación a todo tal como es, que está de acuerdo con la dedicación del espíritu a todo tal como es. ¿Cómo es que experimentamos, entonces, mala conciencia espiritual – aquí se trata nuevamente de algo análogo al sentimiento de culpa de nuestra conciencia personal? ¿Cómo sentimos la mala conciencia espiritual? La sentimos como inquietud, como bloqueo espiritual. No nos reconocemos, no sabemos qué es lo que podemos hacer y nos sentimos sin fuerza.
¿En qué ocasiones tenemos especialmente mala conciencia espiritual?
Cuando nos desviamos del amor espiritual. Por ejemplo, cuando excluimos a alguien de nuestra dedicación y de nuestra benevolencia. En esos momentos perdemos la sintonía con el movimiento del espíritu, nos entregamos a nosotros mismos y tenemos mala conciencia.
Sin embargo, como ocurre con la conciencia personal, la mala conciencia está aquí también al servicio de
la buena conciencia. Ella nos reconduce a través de su efecto hacia la sintonía con los movimientos del
espíritu, hasta que estemos nuevamente calmados y nos hagamos uno con su movimiento de dedicación y
amor por todos y por todo, tal como es.[/vc_column_text][vc_custom_heading text=”Las diferentes Conciencias y las Constelaciones Familiares” font_container=”tag:h6|text_align:left” use_theme_fonts=”yes”][vc_column_text]Cuando alguien quiere entender y solucionar un problema personal con la ayuda de las Constelaciones
Familiares, un problema de relación de pareja o el de una familia con un niño, reconocemos
inmediatamente cuál es la conciencia que ese problema provoca y preserva y qué es lo que ese problema
exige de cada individuo y de su familia para la solución. Aquí necesitamos ver las diferentes conciencias
unidas unas a otras en el sentido de que todas están al servicio de nuestras relaciones. Se superponen unas
a otras y se complementan, de manera que necesitamos ver un problema y su solución relacionados con
las distintas conciencias y por último con todas a la vez.
Por ejemplo, si alguien nos pide ayuda podemos reconocer inmediatamente cuáles son las conciencias que
están involucradas en su problema y de qué manera, y cuáles son las soluciones que están disponibles.
Al revés, si un facilitador tiene un problema con un cliente, puede preguntarse cuáles son las conciencias
que están involucradas en ese problema y lo que éstas le ofrecen como solución.
La conciencia espiritual
En primer lugar observo que las Constelaciones Familiares parten del final del camino que han recorrido.
Por lo tanto, parten desde el punto de vista de la conciencia espiritual. Mirando retrospectivamente el
camino recorrido hasta ahora reconocemos de manera más clara el significado de las otras dos
conciencias. Reconocemos también hasta dónde alcanzan sus límites. La conciencia espiritual nos conduce
más allá de esos límites.
La diferenciación de las conciencias
¿Qué lo que más distingue a las diferentes conciencias? ¿Y qué es lo que les impone límites? Es el alcance
de su amor.
La conciencia personal está al servicio del vínculo con el grupo limitado, excluye a aquellos que no
pertenecen a ese grupo. No solamente une, también separa. No solamente ama, también rechaza.
La conciencia colectiva va más allá de la conciencia personal pues también ama a aquellos que fueron
rechazados y excluidos por la conciencia personal dentro de la familia y dentro de grupos similares. La
conciencia colectiva quiere también traer de vuelta a los excluidos para que puedan formar parte
nuevamente. Por eso su amor va más allá. No excluye a nadie.
Ahora bien, su campo de visión no tiene demasiado en cuenta el bienestar de cada uno. Puede incluso
obligar a un inocente que no estaba implicado en la exclusión a representar al excluido aunque eso
suponga imponerle una pesada carga. Esto demuestra que esta conciencia no es personal sino colectiva
pues aspira sobre todo a la integridad y el orden dentro de un grupo.
Los movimientos del espíritu, al contrario, se dedican a todos por igual. Quien entra en sintonía con los
movimientos del espíritu no puede hacerlo de otra manera que no sea dedicándose por igual a todos con
benevolencia y con amor, sin importar cuál sea su destino. Este amor no conoce fronteras, supera las
diferenciaciones entre mejor y peor, y entre bueno y malo. Por ello supera los límites de la conciencia
personal y los límites de la conciencia colectiva. Está dedicado de manera igual a cada uno de los
miembros y a todos dentro de su familia y de los otros grupos de los que forma parte.
La conciencia espiritual vela por el amor. Entra en juego cuando nosotros nos desviamos de ella.
Las Constelaciones Familiares Espirituales
¿Qué significa esto para las Constelaciones Familiares? ¿Cómo se muestra ese amor en las Constelaciones
Familiares?
En primer lugar, llamo la atención sobre el hecho de que los movimientos del espíritu en las
Constelaciones Familiares se manifiestan de manera expresiva. Son vividos y se hacen visibles a través de
los representantes y también a través de aquellos que observan esos movimientos. Esto significa que los
movimientos del espíritu son percibidos en primer lugar por los representantes y a través de ellos también
por aquellos que observan esos movimientos, y quizás éstos mismos sean atraídos y afectados por ellos.
Por eso, el procedimiento de las Constelaciones Familiares del espíritu es otro, diferente de aquel que
muchas personas asocian con ellas. Aquí ya no se coloca a la familia de manera que alguien elige de un
grupo a representantes para los distintos miembros y enseguida los posiciona en un espacio unos en
relación a otros. Aquí se coloca solamente a una persona, por ejemplo al cliente o a su representante, y
quizás a una segunda persona, por ejemplo su pareja. Y no es que cada uno sea posicionado en el sentido
habitual, en relación con el otro. Únicamente se le coloca, por ejemplo a cierta distancia frente al otro. Aquí
no existen reglas e intenciones. El cliente o su representante y las otras personas adicionales son solamente
colocados.
De pronto, son atrapados por un movimiento que no pueden conducir. Ese movimiento viene de fuera
aunque también es vivido como si viniera de dentro. Esto significa que esas personas tienen la vivencia de
estar en sintonía con una fuerza que pone algo en movimiento a través de ellas. Sin embargo eso acontece
solamente si permanecen concentrados, sin intenciones propias y sin miedo a que aquello aparezca. Tan
pronto entran en juego las intenciones propias, por ejemplo, las intenciones de ayudar a alguien, o el
miedo de que aquello pueda salir a la luz y la inquietud sobre adónde va a conducir, la conexión con los movimientos del espíritu se pierde. También la concentración de los observadores se pierde. Por ejemplo,
se inquietan.
Después de un cierto tiempo, a través de los movimientos de los representantes será perceptible si es
necesario añadir a otra persona. Por ejemplo, cuando uno de ellos mira hacia al suelo significa que está
mirando a una persona muerta. Entonces se elige a un representante que se tumba boca arriba en el suelo
frente al primero. Si un representante mira intensamente en una dirección se coloca a alguien frente a él
justo en el punto hacia donde está mirando.
Los movimientos de los representantes son muy lentos. Cuando una persona se mueve con rapideces que
está siendo impulsada por una intención y ya no se encuentra en sintonía con los movimientos del espíritu.
No está centrada y ya no podemos confiar, necesitamos sustituirla por otro representante.
Sobre todo el constelador necesita abstenerse de sus intenciones e interpretaciones y también permitirse
ser invadido por los movimientos del espíritu. Es decir, solo actúa dejándose llevar claramente hacia el
siguiente paso o hasta una frase que él mismo dice o que ofrece a un representante para que él la diga.
Además, recibe continuamente a través de los movimientos de los representantes indicaciones sobre
aquello que está pasando dentro de ellos y hacia dónde les conducen o deben conducirlos sus
movimientos.
Por ejemplo, un representante se aleja del representante de una persona muerta que está tumbada frente
a él o desea cambiar de lugar. El constelador interviene después de cierto tiempo y le conduce de vuelta a
su sitio. Eso quiere decir que el constelador no lo deja todo al criterio de los representantes. Él también,
como ellos, está al servicio de los movimientos del espíritu y muchas veces los sigue de manera irresistible
cuando interviene con una frase o haciendo algo.
¿Hacia dónde conducen esos movimientos del espíritu?
Unen lo que antes estaba separado y son siempre movimientos de amor.
Esos movimientos no necesitan siempre ser conducidos hasta el final. Es suficiente cuando se hace visible
hacia donde conducen. Por eso las Constelaciones muchas veces permanecen incompletas y abiertas. Es
suficiente con que hayan entrado en movimiento, nosotros necesitamos confiar en que ellas proseguirán
pues estos movimientos no muestran solamente una cosa, por ejemplo, la solución de un problema. Son
movimientos de curación decisivos y, como la curación, por lo general necesitan también su tiempo. Son el
inicio de un movimiento de cura.
Las Constelaciones Familiares en sintonía con los movimientos del espíritu presuponen que sobre todo el
constelador permanece en sintonía con esos movimientos. Es decir, que en primer lugar se dedica a todos
con el mismo amor, más allá de los límites de la diferenciación entre bueno y malo. Sólo puede hacerlo si
antes aprendió a prestar atención a los movimientos del espíritu dentro de sí mismo, de manera que
percibe inmediatamente cuándo se ha desviado del amor. Por ejemplo, cuando quiere internamente
atribuir culpa a un hecho o cuando siente lastima de la persona por aquello por lo que ella necesita sufrir.
Desviaciones de ese amor las experimentamos dentro de nosotros continuamente. Sin embargo, seremos
reconducidos a la sintonía con el amor por todo, tal como es, cuando hayamos aprendido a prestar
atención a los movimientos de la conciencia espiritual y a someternos a su disciplina.
La conciencia personal
Los límites más estrechos en contra del amor son trazados por la conciencia personal. Pues las
diferenciaciones que hacemos habitualmente entre el derecho a pertenecer o su pérdida son determinadas
y aprobadas por esa conciencia.
Es evidente que esa diferenciación tiene un significado importante para nuestra supervivencia y no puede
ser sustituida por nada dentro de determinados límites. Esa conciencia pone límites principalmente en los
niños. En el caso de los niños la aplicación de las formas de pensamiento y comportamiento exigidas por
esa conciencia es importante para su supervivencia, lo es incluso la desconfianza hacia aquellos que siguen
otra conciencia personal, porque pertenecen a otro grupo, y que les lleva a rechazarlos y a luchar contra
ellos.
Esa conciencia en forma de buena conciencia por un lado posibilita y asegura la supervivencia y por otro
lado nos pone en peligro cuando nuestro grupo entra en conflicto con otros, estableciéndose disputas
mortales entre ellos.
En la conciencia personal también está la necesidad de equilibrio. Esa necesidad es un movimiento de la
conciencia, pues tenemos buena conciencia cuando devolvemos algo equivalente a aquello que nos
dieron, de manera que exista un equilibrio entre el dar y el recibir. Tenemos también la misma buena
conciencia cuando, no pudiendo devolver a aquellos que nos dieron algo equivalente a lo recibido, se lo
transmitimos a otros.
Conforme a esto, tenemos mala conciencia cuando recibimos sin dar algo equivalente o cuando exigimos
lo que no nos competen. En esto tiene también la conciencia personal una tarea fundamental al servicio de
nuestras relaciones. Sí, esa necesidad es la que hace que esto sea posible. Esa necesidad también está al
servicio de nuestra supervivencia pero sólo dentro de determinados límites.
Como mecanismo de equilibrio, la conciencia personal, de modo similar a como sirve para unirnos a
nuestra familia, sirve también tanto para la supervivencia como para su opuesto, en ocasiones en las que
determinados límites son transgredidos. En esas ocasiones conduce también a la muerte.
La conciencia personal se manifiesta, en cuanto al vínculo, como la separación con respecto a otros grupos,
una separación que puede suponer conflictos graves, incluso la guerra.
En referencia a la necesidad de equilibrio, se expande hasta alcanzar la necesidad de equilibrio en cuanto a
pérdidas y a ofensas mutuas, llegando incluso hasta la venganza mortal, por ejemplo, la venganza con
sangre.
La necesidad de expiación apunta en la misma dirección cuando, para expiar el sufrimiento y las pérdidas
que causamos a otros, nos infligimos también a nosotros mismos sufrimiento, nos limitamos y no
perjudicamos.
A este contexto pertenece también la expiación sustitutiva. Por ejemplo cuando un niño expía por los
padres, pero también cuando la madre o el padre de un niño esperan que él expíe por ellos. Por ejemplo,
cuando enferma o muere en lugar de ellos, como muchas veces observamos en Constelaciones Familiares.
Sin embargo, eso acontece de manera inconsciente por ambos lados, pues aquí la conciencia colectiva
también es importante.
Se trata siempre de un equilibrio que se opone a la vida y que perjudica o incluso sacrifica – por buena
conciencia o por un sentimiento de inocencia. ¿A qué necesitamos prestar atención en las Constelaciones
Familiares para que permanecer dentro de la conciencia personal que está al servicio de la vida?
Necesitamos haber dejado atrás los límites de la diferenciación entre bueno y malo. Si en las
Constelaciones Familiares permanecernos en la conciencia personal, por ejemplo cuando junto con el
cliente rechazamos a otros, estaremos al servicio de la vida de manera limitada. En ese caso, igual que esa
conciencia, estaremos por un lado al servicio de la vida y por el otro al servicio de la muerte.
La conciencia colectiva
¿A que debemos prestar atención en las Constelaciones Familiares en relación con la conciencia colectiva?
En primer lugar, a no excluir a nadie ni en nuestra familia ni en la familia del cliente y a buscar en su familia
y en la nuestra a los excluidos, mirándolos con amor y poniéndolos en nuestro corazón. Podremos hacerlo
solamente si hemos dejado atrás la diferenciación entre bueno y malo, y si también ponemos a nuestros
hijos no nacidos dentro de nuestro campo de visión aunque esto sea difícil para nosotros. En este punto,
son tan necesarios el coraje como la claridad.
En segundo lugar, a atenernos a la jerarquía. Es decir, que en primer lugar seamos conscientes de que a
través de nuestra ayuda nos convertimos temporalmente en un miembro de la familia del cliente. Pero
hemos llegado los últimos a esa familia y por eso ocupamos el último lugar dentro de ella.
¿Qué sucede cuando un facilitador se comporta como si ocupara el primer lugar y se coloca por encima de
los padres del cliente? Fracasa. El cliente también fracasa cuando viola la jerarquía y el facilitador quizás le
apoye en ello. Esto ocurre, por ejemplo, cuando de una u otra manera se posiciona con el cliente en contra
de sus padres.
La violación de la jerarquía algunas veces pone también en peligro la vida. Por ejemplo, cuando el cliente
asumió por sus padres algo que no le correspondía de acuerdo con la jerarquía. Entonces, a veces, dice a
sus padres: “yo en lugar de vosotros…”.
También para el facilitador la violación de la jerarquía puede ser peligrosa. Por ejemplo, cuando él asume
por el cliente algo que éste necesita llevar solo. Entonces se eleva por encima del cliente y quizás por
encima de sus padres; como quizás hizo cuando niño al intentar hacer algo por sus propios padres. Pero
esto sucede sobre todo cuando el facilitador siente que podría cambiar el destino de un cliente o
protegerlo. Solamente dentro de la jerarquía el facilitador permanece en su fuerza y el cliente encuentra la
solución adecuada, que aquí tiene un doble sentido.
Conclusión
En las Constelaciones Familiares la conciencia espiritual, a través de su amor por todos, nos conduce más
allá de los límites de la conciencia personal. También nos protege para que no faltemos el respeto a la
conciencia colectiva, pues ésta se dedica a todos de la misma manera. Pone especial atención a la jerarquía
porque sabemos que cuando seguimos los movimientos del espíritu todos somos iguales y equivalentes
los unos a los otros, todos en el mismo nivel, abajo.
En las Constelaciones Familiares espirituales permanecemos siempre en el amor, siempre en el amor total.
Solamente las Constelaciones Familiares espirituales están siempre y en todo lugar al servicio, y
únicamente al servicio de la vida, del amor y de la paz.
Revisión: Wilma Costa G. Oliveira. Adaptado de acuerdo con el articulo enviado por Bert Hellinger el día 10/10/2007.
Traducción del portugués al español: Marly Aparecida Ferreira de Assis. Revisión: Teresa Muñoz Sebastián.
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