[vc_row][vc_column][vc_column_text]En el año 2020 se instaló una conciencia colectiva como parte de un salto cualitativo espiritual, la cual nos recordó que somos parte de una misma red. Es decir, más allá del sistema de origen particular de cada uno, somos parte de un sistema mayor que nos invita a pensar en aquello más grande que estaba esperando por nuestro reconocimiento: nuestra esencia espiritual.
A los que estamos en un camino de búsqueda este tiempo nos está mostrando que, como decía El Principito, “Lo esencial es invisible a los ojos“. Quienes venimos entrenándonos a través de las constelaciones en mirar la vida con los ojos del alma y del espíritu sabemos que de eso se trata lo inmanente y lo sagrado.
El 2020 es un año en donde todo se precipitó, es el año en que fuimos invitados a reconocer que no nos podemos pensar fuera de la humanidad, de la cual todos somos parte. El punto es: ¿en qué lugar del camino este proceso me encuentra? ¿Desde dónde me relaciono? ¿Desde una conciencia personal o colectiva? Se trata de un salto cuántico en la conciencia.
A través de las constelaciones hemos experimentado que el alma conserva una información de la historia personal y transgeneracional, incluso de vidas anteriores para los que creen en ellas; desde el plano del alma, es decir, más allá de lo inconsciente, hemos llegado a la vida dispuestos para este tiempo,-tengamos registro de ello o no- hemos acordado ofrecernos al servicio para poder dar juntos este salto de conciencia. Es un salto de fe y de confianza.
La invitación es a aprovechar este tiempo para despojarnos de todo aquello que nos retira de la Verdad que nos constituye en lo personal y en lo espiritual, de los filtros que nuestras lealtades invisibles, nuestro sistema de creencias, nuestras ilusiones y nuestro ego fueron construyendo y que nos distraen de lo que está en el origen: de dónde venimos, quienes somos y hacia dónde vamos.
Las constelaciones son un camino muy valioso para sortear lo que nuestros sentidos ordinarios toman como información y nuestro cerebro interpreta, y así trascender esos campos que interfieren.
A medida que se va extendiendo este tiempo, lo voy percibiendo como una clavija que el Universo va ajustando para colaborar con nuestro despertar y nuestro proceso evolutivo, para que cada día soltemos más las resistencias, las fantasías y todo aquello que nubla la visión y nos inclinemos ante lo que es.
Esos ojos lo ven y lo saben todo, no podemos esconder nada. Y entiendo que, lo que espera por nosotros es algo para lo que estamos listos y quizás aún no lo reconozcamos, y que tiene que ver con una palabra: Rendición.
La rendición a lo que es, es lo único que nos va a llevar a vivir en una conciencia plena de asentimientos a través del propósito personal y el propósito colectivo, y así alinearnos con el Amor, como la fuerza más grande que todo lo mueve.
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